Bastante se puede decir del tereré, sus ingredientes, su origen, lo imprescindible que es para muchos y sobre todo, cuánto nos identifica. Particularmente, creo que son más las cosas que se dicen en las rondas de tereré, los debates que nacen, o el silencio, que también habla.
Sin embargo, lo más importante de todo es esa mano que se extiende refrescante del hombre a la mujer, del padre a los hijos, del abuelo al nieto, y al revés. Sin clases, sin géneros, sin edad, porque, más que nada, el tereré es un lazo.-